Exilio Chileno
   

 

 

Exilio chileno, cultura y solidaridad internacional

El trabajador cultural en el destierro

Los exiliados encararon la nueva situación impregnados en sus tan recientes expectativas de cambios. Las últimas palabras del Presidente Allende, tal vez como hilo conductor, los motivó a organizarse y no disolverse, apegados a sus particulares recuerdos y vivencias. Ello, pese a ese recurrente sentimiento descrito por Benedetti en los personajes de El hotelito de la rue Blomet: "Nos partieron en dos. Más que eso...nos partieron en pedacitos".

Según diversos estudiosos del quehacer de los trabajadores culturales desterrados, se visualizan tres temáticas en su desarrollo: etapa de denuncia o testimonial; etapa en la que se expresan las vivencias del exilio y en la que aparece el fenómeno de la latinoamericanización; y etapa de renovación temática y técnica, con mayores exigencias e integración al medio.

... Denuncia

En este período se desarrolla un intenso trabajo político-cultural. La preocupación se centra en dar a conocer al mundo la situación que se ha producido en Chile. El trabajo está referido en gran medida a circunstancias anteriores al exilio y al terruño. Predomina, tanto a nivel individual como grupal, el sentimiento de que lo único válido es expresar y difundir la realidad del país, la experiencia traumática del golpe militar y todas sus consecuencias. Chile es el personaje central.

Como forma testimonial aparecen los primeros documentales, muestras fotográficas, relatos escritos y exposiciones de pintura individuales o colectivas. José Balmes expresa al respecto: "...la experiencia de las brigadas de pintura mural es hoy más conocida en el exterior porque una gran cantidad de la gente que participó en este trabajo está ahora afuera; está exiliada; y ha continuado su labor en los países donde reside, tanto en forma individual como colectiva. Ya en el año 1974 estábamos participando en la Bienal de Venecia; Chile invade la calle con sus brigadistas, y la labor es desde entonces ininterrumpida en muchos países, en Holanda, en Alemania, en Italia, en Francia desde luego, cuidando siempre que ofrezca las máximas posibilidades de creación individual y colectiva, y que tenga en cuenta las características de estos pueblos que son distintas a las chilenas...". [1]

En esta etapa empieza también a difundirse por diversos países el trabajo artesanal realizado por los presos políticos y por los familiares de los detenidos desparecidos. Ya alertada por los sucesos de Chile, la opinión pública del mundo mira con simpatía y conmoción la situación del país y la lucha por recuperar la democracia, fortaleciéndose la solidaridad.

... Vivencias del exilio

Es en esta etapa cuando se comienzan a expresar creativamente las vivencias del exilio. Con el tiempo se produce un fenómeno nuevo: el exilio chileno -contemporáneo al uruguayo, argentino y brasilero- rompe paulatinamente las barreras de la nacionalidad como fuente exclusiva de creación. Paralelamente, las comunidades de exiliados latinoamericanos se retroalimentan en cuanto a experiencia y quehacer.

Los niños y adolescentes, exiliados junto a sus padres o nacidos en el extranjero, se impregnan de las expresiones latinoamericanas y aprenden algo más de ese país que dejaron y del que no pueden recordar nada o casi nada, pero al que tal vez algún día regresarán.

Respecto a este mirar hacia América Latina Gustavo Gac, ex director del Teatro del Cobre de Rancagua señala: "...Somos un teatro de compromiso político...Hoy día nuestro compromiso se ha extendido hacia todo el continente latinoamericano. No renunciamos absolutamente a ninguno de nuestros objetivos, al contrario, la perspectiva del grupo se ha hecho más amplia, mucho más continental...". [2]

... Renovación temática y técnica e integración al medio

Con el correr del tiempo la etapa anterior se empieza a agotar. Llega un momento en el que la opinión pública internacional ya ha sido impactada por las expresiones más dramáticas de la realidad chilena; igual ocurre con los movimientos de solidaridad. Esta nueva fase podría caracterizarse por el predominio de la renovación temática y la búsqueda de formas más novedosas y de más calidad. También entonces comienza a tener incidencia el regreso.

Sobre este aspecto Gustavo Gac dice: "...a partir de 1977 fuimos teniendo un público cada vez más exigente a nivel teatral. No aceptaba más el hecho de contar historias tristes o pedir solamente solidaridad. Un público más amplio, ya no exclusivamente militante, sino además gente interesada en la expresión de un teatro popular de América Latina...". [3]

Por otra parte las fuentes de motivación también van sufriendo un agotamiento. De alguna manera, toda forma de expresión artística y cultural está basada en hechos vitales, en vivencias. El desterrado, al sentir un vacío, un agotamiento de las fuentes de creación, va incorporando elementos culturales nuevos, propios del país en que reside y al que se ha ido integrando.

Es así como en este período se inicia un proceso de revalorización y ahondamiento de las vivencias del exilio y una apertura para lograr una mayor integración al medio, lo que se va expresando -con renovada fuerza creativa- con la incorporación de temáticas nuevas. De igual modo el trabajo cultural y artístico ya no se desarrolla tanto a partir de grupos y asociaciones de exiliados, sino que es más personal o ligado a organizaciones y tendencias del país de acogida.

El filósofo y músico Eduardo Carrasco resume así este estado de ánimo: "...el exilio ha significado un inmenso dolor para todos nosotros. Sin embargo, también nos ha abierto innumerables posibilidades de aprender de otras culturas y pueblos. Este aprendizaje, que debe ser hecho manteniendo la fidelidad a nuestras raíces debe significar un mejoramiento de nuestro trabajo creativo, y debe ser una de las fuentes de enriquecimiento de nuestro movimiento de la canción...". Y agrega: "...nuestra acción se realiza en un medio internacional con altas exigencias artísticas y en el cual la causa de Chile es asumida de muy diversas maneras. La diversidad el medio nos ha exigido universalizar nuestra música. Estamos obligados, en interés de nuestra causa, a hacer comprensible nuestra música en todos los pueblos que visitamos. En esa tarea, no todo lo que habíamos hecho antes vale en igual medida. Algunas canciones adquieren una vigencia que nunca tuvieron antes; otras la pierden. Pero lo importante es que esta readaptación (necesaria si queremos cumplir nuestro objetivo de agitación) deberá hacerse teniendo en cuenta la fidelidad primaria a las raíces más profundas de nuestro canto. La necesidad de cantar para un público internacional no puede significar un desarraigo suplementario, que nos aleje artísticamente de nuestra patria...". [4]


Notas :
[1] Balmes, José. 1978. "El desafío de una pintura política", en Revista Araucaria de Chile N°1, Madrid, España, pp. 139.
[2] Gac, Gustavo. 1985-1986. Dossier del Teatro de la Resistencia de Chile, enviado por el autor al Comité Pro Retorno de Exiliados de Chile.
[3] Ibid.
[4] Carrasco, Eduardo. 1978. "Discusión sobre la música chilena", en Revista Araucaria de Chile N°2, Madrid, España, p. 152.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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